Mi querida Olivia, mi piratilla, nunca pensé que tendría escribirte estas líneas, son frases que yo nunca tendría que escribir y mucho menos tu leer, pero de igual manera, tampoco nunca pensé, hasta que me concediste el inmenso honor de ser tu papá, que se podía llegar a querer así a alguien como te quiero a ti.
Hoy hace un mes que nos dijimos hasta pronto, un mes que se paró el reloj, un mes que se paró tu corazón y con el, el mío y el de todos y cada uno de los que te queremos, no imaginas lo que hubiera dado por estar contigo y poder ayudarte o mínimo decirte que no tuvieras miedo que aquí está papá, los dos juntos abrazados con nuestras almohadas entre las piernas que era como nos gustaba dormir y ser yo el que hiciera ese viaje que tú nunca elegiste, ya lo sé cielo, lo sé, alguien que sólo sabe odiar eligió por nosotros, primero a quien arrebatar la vida y con ello a quien dejar aquí con la misma destrozada para siempre, tanto daño solamente para el disfrute personal, en una versión odio extremo que ni tu ni yo ni la gente decente entenderemos nunca, muchas veces lo hemos hablado Oli, el odio es la justificación que encuentra el que está vacío por dentro, el odio el primo de la envidia, no lo olvides nunca hija, el odio no es la solución, se que donde estás es un lugar infinitamente mejor que este mundo que dejas, cosa que no resulta difícil de superar después de lo vivido por ambos, me rompo en mil pedazos cada vez que recuerdo que tú único pecado fue querernos sin más, de manera incondicional y desinteresada, con la inocencia y limpieza de una niña «disfrutona» y «cariñosa» como no veré jamás, pero también se que estás conmigo en cada gesto, recuerdo, viaje, en el día a día, en cada rincón de casa, en la de los yayos, también en la de las tatas y tía Inma, en tu cuarto con Elsa y María saltando en la cama sin que me entere, que lo sé, en el pádel de papá, como te gustaba venir allí y comprarme una patatas de «la abuela Nieves» (de tu propina), parece que te veo en la pista ese mismo sábado 29 antes de partir a lo que nunca hubiéramos imaginado y a la postre resultó ser tu último viaje, lo sé mi querida Olivia, lo sé y por todo ello te doy las gracias una y mil veces.
Soy muy consciente de lo que te prometí aquella tarde, era Noviembre casi casi al ocaso del día, justo antes de separarnos físicamente, te prometí que haríamos justicia, lo sé y estate segura que así será, para eso se ha quedado papá aquí, como tú siempre decías, papá cumple siempre, además lo vamos a hacer como siempre, de manera firme, pero tranquila, implacable pero con respeto a las normas y lo más importante, sin odio, si me has oído bien, sin odio, nosotros no lo necesitamos, se estropearía una causa tan noble como la nuestra, la justicia.
Si con ello conseguimos concienciar de una vez por todas, que esta demencia arruina muchas vidas y familias enteras y también la vida de quien lo hace y con ello empiezan a velar por vosotros, los niños que sois los grandes perjudicados y olvidados, de verdad, de manera justa, sin prejuicios, sin favoritismos, sin atajos, si es así querida hija, tu muerte y la de muchos niños más no habrá sido en balde.
No quiero despedirme hoy de ti sin decirte lo orgulloso y feliz que me haces siendo tu padre, eso nunca nos lo van a poder arrebatar, te quiero Olivia, te quiero Pirata.
Eugenio García Martínez